• mar. Nov 5th, 2024

El autoritarismo de Trump se convierte en tema central de la campaña presidencial en Estados Unidos

El autoritarismo de Trump se convierte en tema central de la campaña presidencial en Estados Unidos

A pocos días de que los ciudadanos estadounidenses elijan a su próximo presidente, el expresidente Donald Trump, quien mantiene alrededor de un 50% de posibilidades de imponerse en las urnas, ha vuelto a causar polémica con sus declaraciones. Trump ha dejado claro en su campaña que, de regresar a la Casa Blanca, usará su poder para tomar represalias contra sus enemigos políticos, comenzando por el fiscal especial Jack Smith, quien encabeza las investigaciones en su contra por su intento de revertir las elecciones de 2020 y por haber retenido documentos clasificados.

El propio Trump afirmó recientemente que, de ser elegido, despedirá a Smith “en dos segundos”, una declaración que ha generado fuertes críticas y que sus opositores consideran una evidencia de sus tendencias autoritarias. La declaración del expresidente llega en un momento delicado de la contienda y ha servido para alimentar la estrategia de sus rivales, que han centrado gran parte de sus esfuerzos en señalar el carácter autoritario de Trump como una amenaza a la democracia estadounidense.

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La retórica autoritaria de Trump ha sido un tema constante en el discurso de sus detractores, quienes desde su primera campaña presidencial lo han acusado de tener inclinaciones antidemocráticas. Sin embargo, en los últimos días, estas críticas han cobrado mayor fuerza tras las recientes afirmaciones de John Kelly, quien fuera jefe de gabinete de Trump durante su administración. Kelly describió a Trump como un “fascista”, sumándose así a una serie de figuras públicas y políticas que han cuestionado la visión de poder y liderazgo del exmandatario.

Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata demócrata en esta elección, ha respaldado las afirmaciones de Kelly, señalando que los comentarios de Trump y su constante desprecio por las instituciones son un claro ejemplo de su “agenda personalista y peligrosa para el país”. Los demócratas han utilizado este enfoque para resaltar la idea de que un segundo mandato de Trump podría comprometer la estabilidad de la democracia estadounidense y agudizar las divisiones en el país.

Durante su primer mandato, Trump dejó entrever en varias ocasiones su aprecio por ciertos líderes autoritarios a nivel internacional. Entre estos, se encuentra el presidente ruso Vladimir Putin, el líder norcoreano Kim Jong-un y, según exasesores, el mandatario venezolano Nicolás Maduro. A pesar de que la administración de Trump mantuvo en público una postura crítica hacia el gobierno de Maduro, Olivia Troye, exasesora de seguridad de la Casa Blanca, ha revelado que Trump habría expresado en privado su admiración por el estilo de “hombre fuerte” de Maduro.

Troye aseguró que estas declaraciones reflejan la preferencia de Trump por los líderes que se imponen sobre sus adversarios sin vacilaciones, una postura que contrasta con los principios democráticos que promulga Estados Unidos. La declaración de Troye ha sido recogida por diversos medios y se suma a una lista de comentarios previos de Trump en los que expresa admiración por la dureza de otros dirigentes internacionales, lo que refuerza las críticas de quienes lo acusan de querer ejercer un poder sin limitaciones.

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La campaña de Trump ha estado marcada desde su inicio por sus problemas legales, en especial las investigaciones que siguen su curso sobre el intento de anular el resultado electoral de 2020 y la retención de documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida. Trump ha defendido su inocencia y ha denunciado reiteradamente estas investigaciones como parte de una “caza de brujas” en su contra.

La figura central de estas investigaciones es el fiscal especial Jack Smith, quien ha sido objeto de ataques por parte de Trump. Las declaraciones del expresidente sobre su intención de despedir a Smith han sido interpretadas como un intento de socavar la independencia de las instituciones y el sistema judicial en caso de que obtenga una segunda oportunidad en la Casa Blanca. Esta postura preocupa a muchos expertos en derecho y politólogos, quienes advierten que Trump podría utilizar el poder presidencial para interferir en los procesos judiciales y evitar las consecuencias legales de sus acciones.

Los últimos sondeos reflejan una profunda polarización en el electorado estadounidense. Trump, con cerca de la mitad del apoyo de los votantes, mantiene una base fiel que considera las críticas de autoritarismo como una campaña de desprestigio impulsada por los demócratas. Sin embargo, otro sector del electorado se muestra cada vez más preocupado por el impacto de sus declaraciones y su enfoque en la utilización del poder ejecutivo para fines personales.

El Partido Demócrata ha intensificado su esfuerzo en estos días finales para movilizar a los votantes y exponer los riesgos de un segundo mandato de Trump, argumentando que su estilo de liderazgo y sus declaraciones recientes representan una amenaza para los valores democráticos de Estados Unidos. Por otro lado, los seguidores de Trump insisten en que sus palabras reflejan una lucha legítima contra un “sistema corrupto” que, en su opinión, busca limitar el poder del pueblo.

Las próximas elecciones no solo decidirán quién ocupará la presidencia, sino que también se han convertido en un punto de inflexión sobre el rumbo de la democracia en Estados Unidos. La batalla entre los dos principales candidatos, cargada de tensiones ideológicas y profundas divisiones políticas, parece definir un choque entre dos visiones de país: una, que aboga por la preservación de las instituciones y los valores democráticos; otra, que sigue apostando por un liderazgo de carácter fuerte y con menos restricciones.

El autoritarismo que rodea la figura de Trump ha marcado gran parte de su carrera política y parece haber regresado a primera línea de campaña en un momento crucial. La confrontación entre el expresidente y las instituciones que ahora lo investigan es una señal de la complejidad de la contienda electoral y de los desafíos que enfrentarán los estadounidenses al decidir el futuro de su nación en las próximas semanas.